Una persona "buena y al margen de todo", con un genio y carácter único
que influyó en el germen de la Movida madrileña y un sentido del humor
"chochoni" y surrealista a prueba de las vivencias más enfangadas. Así
ve Mario Vaquerizo a Fabio McNamara tras dar forma a la primera
biografía del singular artista.
"No hay nadie que conozca bien a Fabio McNamara que hable mal de él", ha
declarado el propio Vaquerizo durante una entrevista después de
culminar un proyecto largamente atesorado y en cuya redacción, dice, ha
combinado su rigor como periodista con la admiración que profesa al
personaje.
Desde 2003 intentaba convencer a McNamara de que le permitiera retratar
literariamente una vida que en su juventud transcurrió de forma muy
"extrema", aunque fue hace poco cuando el pintor dio el sí, "quizás por
lo pesado que fui", afirma Vaquerizo. "Es muy tímido, pero conmigo se ha
abierto en canal", añade quien se declara uno de sus mejores amigos.
Con esa confianza, fue naciendo Fabiografía, resultado de charlas que se
alargaron durante año y medio, en una doble sesión semanal en la que el
homenajeado "vomitaba" sus pensamientos.
Contado en primera persona, Vaquerizo se encargó de dar forma a esas
narraciones, dividirlas en capítulos y preservar un estilo particular
para que, quien se acercara a la obra, sintiera que estaba "leyendo" al
mismo McNamara, con esos vocablos tan suyos, como "chochonismo". La obra
arranca con su infancia en el barrio madrileño de Ciudad Pegaso y con
el descubrimiento de una noche madrileña que, en los estertores del
franquismo -"una dictadura que no era dictadura ni era nada", escribe-,
comenzaba a repuntar y en la que, según cuenta, ya abundaban el
"mariconerío" y las drogas, de las que abusó en exceso. "Las drogas
fueron su único amigo. Fabio no era de tener novios, no tenía una vida
estable para ello", relata Vaquerizo ante la ausencia de referencias
sentimentales.
McNamara se hizo uno con el ambiente "underground" de la ciudad,
inspirado por el punk y el glam, apenas vestido con un tanga, un "mini
pull aleopardado", y unos tacones, estilismos cada vez más imposibles
que ideó, por ejemplo, durante su convivencia con Tino Casal. A ritmo de
las New York Dolls, Blondie "la Bowie" y la Velvet Underground,
Fabiografía es una guía por los locales trascendentales de la Movida,
con una banda sonora propia en la que no faltan los escarceos musicales
de su dúo junto a Pedro Almodóvar. Así, en la obra se da cuenta de su
relación con los Pegamoides de Alaska, con Bernardo Bonezzi y con la
"factoría warholiana" en que resultó "Casa Costus".
No hubo nada que frenara sus pulsiones vitales. "Quiso ser rock star y
lo consiguió, quiso ser pintor y lo consiguió", afirma el periodista,
que defiende también la "revelación" religiosa que, después de su
hospitalización en el año 2000, le hizo cambiar completamente su modus
vivendi y le llevó a su actual fervor católico, como refleja la portada
de Juan Gatti.
"Yo aplaudo esa conversión, porque si no hubiera sido por eso, quizás no
habríamos disfrutado de él, de sus cuadros y de un libro escrito por
él", asegura Vaquerizo, que dice que "hay que conocerlo bien" para
juzgar declaraciones como su reciente y controvertida defensa del aborto
o su visión de la homosexualidad.
[Fuente: libertaddigital.es -Enlace original-]
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